A Monzón (para decirlo de manera inequívoca), lo llamaron Luciano pero él se hace llamar Fabián. No se trata de un simple capricho, Fabián es oficialmente su segundo nombre, pero él lo prefiere con claridad. Parece un trabalenguas, pero es más simple de lo presentado.

El flamante lateral izquierdo “decano”, uno de los primeros refuerzos del equipo desoyó un poco a sus padres en eso, pero en el resto de su vida, parece estar dispuesto a escucharlos y mucho.

De hecho, así es como llegó a Atlético, de la mano de sus padres. Luego de un paso largo por la Universidad de Chile (entre 2016 y 2018) y un parate propio por lesiones, Monzón esperaba ofertas para volver al fútbol argentino. De los últimos ocho años, el jugador sólo había estado menos de uno en nuestro país (2015, en Boca) y el resto, jugando por Europa y Sudamérica: Niza (Francia), Lyon (Francia), Fluminense (Brasil), Catania (Italia) y la “U” de Chile. Por si fuera poco, estuvo convocado a la Selección argentina.

Todo, tiempo en el que tuvo que estar alejado justamente de mamá y de papá. “(En este receso) estuvo hablando con mis papás todo el tiempo. A medida que iba sabiendo de ofertas, se los iba comentando”, reconoce el surgido en Boca. El lateral tiene a su representante pero Rodolfo y Adelaida, son participados de la decisión al mismo nivel. No es para menos: los dos le dieron al jugador de Atlético todo lo que tenían a su alcance para que llegue a donde está. Incluso cuando no había mucho para dar.

“Cuando surgió la oferta de Atlético le dije a mi ‘viejo’ y me dijo que era un muy buen proyecto”, explica Monzón. Su padre, por las noticias, estaba al tanto del crecimiento de Atlético desde 2016 hasta acá. Una vez aceptado, con la bendición de Rodolfo y de Adelaida, Monzón vino hasta Tucumán sin ellos pero esperando encontrar gente conocida. Sabía que las iba a encontrar.

“Con el ‘Laucha’ nos conocemos de Boca. Se puso contento de verme y yo también. Nos tendremos que poner al día”, dijo el defensor sobre Cristian Lucchetti, compañero suyo en el “Xeneize” entre 2011 y 2012. También fue compañero de Cristian Erbes, que llegó en el mismo “paquete” de refuerzos de este invierno. “Siempre es bueno ver gente conocida. Te deja más tranquilo”, repite.

Con su cuerpo, también está en una etapa de reconocimiento pese a tener 32 años. Algunas lesiones lo complicaron y la inactividad del último tiempo lo pusieron a prueba. “Siempre entrené por mi cuenta, siempre me interesó estar bien físicamente. Igualmente voy a apuntar todo a la pretemporada. Necesito reencontrarme en ese sentido”, dice Monzón.

Si llegara a hacerlo, Monzón podría serle de mucha utilidad a Atlético y viceversa. Sería un regreso con gloria al fútbol argentino y el triunfo en una posición a la que le ha costado encontrar un dueño para Atlético.

Sabemos que tener gente conocida le vendrá bien. Con Rodolfo y Adelaida aconsejando desde su Santa Fe natal nada podrá salir mal tampoco. Será cuestión de que se recupere físicamente y muestre el fútbol que supo mostrar en Boca.